Ministerio de Defensa. Lo que hay que tener

abril 21, 2008

La visita de la nueva ministra de Defensa, Carmen Chacón, al contingente español en Herat, Afganistán, ha sido un gran golpe de efecto que ha recogido bien la prensa. La visita a nuestros militares en el extranjero es una tradición y, efectivamente, es la mínima prueba de solidaridad y apoyo que todo nuevo titular del departamento debe realizar mejor antes que después. Lo insólito de esta visita es la rapidez con que se ha gestado y hecho realidad, digna del Libro Guinness de los récords.

Siendo la visita un acontecimiento saludable y positivo, cabe preguntarse, no obstante, por sus razones, que a todas luces no lo parecen tanto. Vaya por delante el reconocimiento al valor de la ministra por haber aguantado estoicamente en su estado las incomodidades de un traslado semejante. Ya sabe que Afganistán no está a la vuelta de la esquina.

Pero hecho este reconocimiento, todo nos parece motivado no sólo por una estrategia que busca el efectismo, sino por un complejo de inferioridad. ¿Si en lugar de ser mujer y estar, además, embarazada de siete meses, hubiera sido un hombre, habría corrido tan veloz el nuevo ministro a compartir el rancho con los soldados españoles en Herat? Lo dudamos: nunca antes otro ministro se había dado tanta prisa.

Y esa prisa es, precisamente, lo que sigue alimentando las dudas sobre la idoneidad de la nueva ministra. Si todo ha sido tan apresurado a fin de evitar un viaje sumamente pesado aún más tarde en su embarazo, eso subrayaría el hecho de que una ministra en estado de buena esperanza no es lo más apropiado para un miembro del Gobierno con una amplia carga internacional.

Peor aún sería que todo este montaje estuviera motivado por el deseo de Carmen Chacón de mostrar que, a pesar de todas sus condiciones, ella si quiere, puede. Pondría de relieve que en su nuevo cargo estará tentada de hacer cosas poco razonables por el mero hecho de dejar bien claro que ser mujer y futura mamá no le merma en sus capacidades y dedicación al cargo. Tal vez haya quien lo considere loable, pero para nosotros es un reflejo que no sólo es innecesario, sino que caerá en caprichos que conllevan riesgos y gastos del todo innecesarios. Las mujeres que creen que deben actuar en todo momento como los hombres y por encima de ellos, se equivocan. Las ministras que así piensan respecto a sus homólogos varones, todavía más. Y en Defensa, la guerra de sexos es un lujo que nadie se puede permitir.

Para ser una buena ministra, la señora Carmen Chacón, necesita desarrollar una buena política, que recupere el pulso de lo militar, haga atractiva la profesión, defienda sus valores y peculiaridades y logre el apoyo gubernamental para las necesarias dotaciones de material. Los viajes son un añadido, pero sólo una anécdota de una política que, por fuerza, tiene que ser más profunda y amplia.


Chacón pasa al ataque en Afganistán

abril 20, 2008

Con una tímida sonrisa, pendiente de mantenerse en una posición marcial, y después de cerca de diez horas de vuelo desde Madrid. Así aterrizó ayer la ministra de Defensa, Carme Chacón, en las áridas y calurosas tierras afganas, en una visita sorpresa a las tropas españolas en Herat, haciendo nuevamente historia tras convertirse en la primera mujer al frente de las Fuerzas Armadas españolas.

Desafiando a las críticas y a su estado físico -se encuentra en su séptimo mes de gestación- la ministra cumplió el primer deseo que tuvo cuando juró su cargo: visitar a las tropas españolas en Afganistán. Era el viaje más complicado, y consciente de que su embarazo podía impedirle en los próximos meses este duro desplazamiento, Chacón sólo consultó a su médico después del Consejo de Ministros del viernes. Cuando recibió el visto bueno, se embarcó en el Airbus de la Fuerza Aérea Española y, acompañada de una amplia delegación formada por medios de comunicación, militares y personal de su Gabinete, emprendió rumbo a Afganistán.
Un viaje lleno de significado al que Chacón no quiso renunciar, «un viaje pensado» y que respondía a lo que ella quiere hacer el centro de su mandato: el reconocimiento y la admiración a quienes realizan su trabajo fuera de España.
Diez horas de viaje
Fueron diez horas intensas en las que la ministra se convirtió en el centro de atención de los numerosos periodistas que la acompañaron, en un viaje histórico, que se inició a las diez de la noche del viernes desde la base de Torrejón de Ardoz. La ministra llegó junto a la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín; el nuevo secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán, entre otros. Ya en el avión, cenó, saludó uno a uno a todos los periodistas que ahora la acompañarán en los desplazamientos que ya ha anunciado que realizará tras del nacimiento de su hijo, y se retiró a descansar a las dos horas de iniciar el vuelo. Demasiadas horas por delante para una mujer que le ha puesto coraje a los primeros compases de su mandato. En su breve encuentro con los periodistas en el avión, Carme Chacón aseguró que este viaje no es una respuesta a las críticas que ha recibido por su supuesta incapacidad para ejercer el cargo en toda su dimensión, debido a su embarazo, sino que lo había pensado desde el principio y que espera no ser criticada por ello. No abordó grandes cuestiones de su departamento, pero sí que se guardó el secreto de si relevará a la cúpula militar. «Hay tiempo hasta verano, ahora estamos formando equipos», dijo.
Tras seis horas de avión y una escala de dos horas en Kuwait, donde cambió su pantalón y jersey negro por un atuendo más propio de una visita a una misión militar -pantalón beige, camisa blanca y unas botas de campaña que le proporcionaron los militares-, Chacón llegó a la base de Herat a las nueve y cuarto de la mañana (hora española), a bordo de un Hércules, un desplazamiento de tres horas que aprovechó para descansar, a pesar del ruido ensordecedor de la aeronave. La ministra durmió cubriéndose del frío con dos abrigos, junto a los periodistas.
Pero el momento simbólico de esta visita se produjo a su llegada. Con un semblante tímido, se puso firme ante el responsable de la base, el coronel del Ejército José Fontecha, que la saludaba militarmente. Nunca, hasta ayer sábado, una mujer ministra había visitado una misión internacional. Escuchó el himno nacional y pasó revista a las tropas. Posteriormente, el coronel Fontecha le explicó brevemente el objetivo de la misión en Afganistán: «Hemos venido a reconstruir este país para que la gente se sienta segura», le dijo, a la vez que desgranaba algunos datos de las actuaciones que han realizado: 118 aeroevacuaciones y atención a 16.018 pacientes en el hospital. Carme Chacón recibió un curso acelerado de cómo funciona el contingente español; le mostraron el instrumental aéreo, con los recién adquiridos aviones espía; visitó el hospital y tuvo la oportunidad de saludar al legionario herido hace quince días por un disparo accidental de un compañero; y presidió el emotivo homenaje a los fallecidos en esta misión, cuyos nombres están grabados en unas placas de recuerdo dentro de la base.
Saludo a las mujeres
También quiso saludar a los militares españoles que se encontraban en Delaram y Gullistan, en la zona sureste del país asiático, pero como suele ocurrir en estos casos, la conexión empezó a fallar: «Indio whisky», se esforzaba el militar para que la ministra pudiera conectar. Al final fue posible y Carme Chacón les envió el saludo del Rey y el del presidente del Gobierno, a la vez que les deseaba «suerte de parte de todos nosotros» y el orgullo de todos los españoles. «Agradecemos su saludo y estamos preparados y dispuestos para cualquier misión», le respondió el capitán. Además, quiso saludar a una representación de las 25 mujeres que se encuentran en la base.
La visita de cerca de cinco horas a la base española finalizó con el brindis de la ministra, en el que recordó al contingente que sus primeras palabras cuando tomó posesión fueron para los militares españoles que se encuentran en el exterior, ya que quería reconocer «la nobilísima tarea que hacéis, nada sencilla y alejados de vuestras familias». Además, reconoció que el momento más emotivo de su toma de posesión fue cuando se encontró con la familias de los fallecidos, aludiendo a una frase del escritor Javier Cercas que afirmaba que «uno sigue vivo mientras siga vivo en la memoria de los demás». Por ello, afirmó que «están en nuestro corazón y en nuestro pensamiento».
La ministra les transmitió el «respeto inmenso y el orgullo» que le merece el trabajo que hacen en Afganistán y afirmó que uno de los objetivos de su mandato será «trasladar a la sociedad española el inmenso trabajo que hacéis. Si algo os caracteriza es vuestra calidad humana y militar y vuestro servicio a España, a la paz y a las libertades». Su brindis finalizó con un «!Viva el Rey!», y, como le sucedió a Zapatero cuando viajó al Líbano en la Navidad de 2007, se olvidó de brindar por España. A mediodía, emprendió regreso a Madrid.


La ministra Carmen Chacón pretende dar un golpe de efecto viajando a Afganistán

abril 19, 2008

Sin duda, su presencia sería muy bien recibida. No en vano está embarazada de siete meses y va a un lugar en guerra, aunque el gobierno ZP crea que la situación en este país no es bélica.

Independientemente de lo que se pretende con este viaje, que es un golpe de efecto entre los militares, hay que reconocer que de producirse, resulta meritorio teniendo en cuenta las circunstancias personales de la ministra, así como que la zona no es segura.

Pero de no producirse el viaje, podríamos estar ante una campaña de imagen, según la cual se vende la idea del viaje heroico, se consigue el efecto buscado, pero en realidad al final no se viaja. En este caso con la excusa de que la noticia del viaje ya se ha publicado en algún medio, y esto añadiría más peligro al viaje al dar á conocer a elementos terroristas la presencia de un miembro del gobierno de uno de los países que mantienen tropas en su territorio.

A pesar de que el gobierno ZP considere que esta no es una zona en guerra, 85 militares españoles han muerto re relación a la misión en este país. Entre ellos lo 17 fallecidos en el helicóptero Cougar, de cuyo accidente todavía no sabemos exactamente lo que pasó.


Bush saluda a Zapatero en Bucarest con un «Hola, hola. Felicidades»

abril 3, 2008

Las cumbres internacionales a las que asisten George W. Bush y José Luis Rodríguez Zapatero tienen siempre el aliciente añadido de conocer cuánto tiempo durará el saludo entre ambos, ya que la posibilidad de una entrevista formal es siempre muy remota. Ayer, los dos mandatarios coincidieron en la cena de jefes de delegación con la que se abrió la cumbre de la OTAN en Bucarest, aunque separados por tres asientos.
Según fuentes de La Moncloa, Zapatero, que llegó al Palacio Cotroceni, donde el presidente rumano, Traian Basescu, actuaba como anfitrión, estuvo un buen rato conversando con varios de sus colegas de la Alianza, especialmente con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con quienes coincide en la necesidad de no precipitarse en invitar a Ucrania y Georgia a sumarse ya a un plan de acción que les abra las puertas de la OTAN, tal y como quiere Estados Unidos.

En castellano
Cuando el presidente norteamericano entró en la sala, Zapatero se encontraba ya sentado en su sitio. Bush, antes de llegar a su lugar, pasó junto al jefe del Ejecutivo español y, en castellano, le saludó con un «Hola, hola, felicidades». Completaba así, personalmente, tanto el telegrama de felicitación que le hizo llegar a través del embajador en Madrid, Eduardo Aguirre, tras conocer su triunfo en las elecciones del 9-M, como la llamada telefónica del pasado 14 de marzo, en la que, según las explicaciones de Moncloa, ambos quedaron en verse en esa cumbre de Bucarest.
El propio Zapatero dijo entonces que aprovecharía esta cita para charlar con el presidente estadounidense sobre «aspectos que afectan a intereses compartidos» y otras cuestiones de «orden internacional». Se creó, así, la sensación de que por fin los dos gobernantes, que sólo han intercambiado hasta ahora fugaces saludos, podrían por fin conversar en una entrevista bilateral, aunque no fuera ni en la Casa Blanca ni en la Moncloa.
Sin embargo, ni Madrid ni Washington han hecho gestiones para buscar un momento en que se pudiera producir la entrevista y, unos días antes de desplazarse a Bucarest, en el entorno de Zapatero ya se hablaba únicamente de un saludo quizás un poco más prolongado que en ocasiones anteriores. Aún quedan hoy varias horas por delante, en las que van a coincidir y pueden intercambiar algunas palabras más que los simples saludos protocolarios y amistosos.
En el caso de lo hagan, Bush sabrá ya, porque anoche lo pudo constatar en la cena, que España se alinea con Francia, Alemania y otros países europeos en frenar por ahora las invitaciones a Ucrania y Georgia, aunque se esfuerza en buscar un consenso que satisfaga a todos.
Gobierno en funciones
También conocerá que el Gobierno español, que además alega que está en funciones, no se muestra dispuesto a comprometerse aquí a aumentar sus tropas en Afganistán, porque cree que ya hace un esfuerzo importante con 778 militares, lo que le convierte en el décimo contribuyente a la misión, y con 84 muertos. Además, se aduce que la zona en la que están los soldados españoles es también peligrosa, como lo prueban los repetidos ataques sufridos en los últimos días.
De todos modos, según el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que ayer participó con sus colegas aliados en otra cena paralela, aseguró que tanto en ese momento como por la mañana cuando habló por teléfono con Condoleezza Rice, la secretaria de Estado norteamericana no pidió a España una contribución mayor a ISAF.
También el titular de Defensa, José Antonio Alonso cenó con sus homólogos de la Alianza, de quienes se despidió para dedicarse a sus nuevas funciones parlamentarias.


La OTAN no es lo que era

abril 1, 2008

La Alianza Atlántica fue durante décadas la columna vertebral de la seguridad y la paz occidental. En parte dejó de serlo tras la desaparición del bloque del este y de la URSS ya que su razón de ser, la defensa colectiva de sus miembros frente a una agresión militar, se había evaporado. Al menos así se creyó en la década de los 90, cuando la OTAN ajustó su existencia a las misiones de paz en los Balcanes. Sin embargo, el tiempo y la dejadez de sus miembros han llevado a una situación donde la defensa vuelve a estar a la orden del día, pero la capacidad de llegar a acuerdos y de ponerlos en práctica ha quedado sustancialmente mermada.

Hace años la Alianza se inventó las cumbres a su máximo nivel cuando las burocracias nacionales eran incapaces de romper un bloqueo y se necesitaba del impulso y la voluntad de los máximos responsables políticos para lograr que la maquinaria avanzara. Con el paso de los años y su institucionalización cada dos años, las cumbres también pasaron a ocupar el lugar de la propaganda oficial, una reunión donde se cantara a los logros conseguidos y las promesas que aguardaba el futuro.

Pues bien, es de temer que la cumbre de Bucarest que se abre en un par de días no será ni lo uno ni lo otro. Se va a celebrar porque cancelarla sería percibido como un gran fracaso, pero desgraciadamente no cabe esperar mucho más de ella. Las divergencias de los miembros sobre cómo resolver la crisis de la OTAN en Afganistán no se van a cerrar, por mucho que Sarkozy prometa 600 soldados franceses más. Líderes como Zapatero están defendiendo precisamente lo contrario. Y aunque hay un problema de números, lo grave es que eso responde a visiones encontradas.

La OTAN, no obstante, saldrá de Bucarest envuelta en comunicados de prensa de absoluta satisfacción. Habrá tal vez logrado que se invite a Albania a convertirse en un nuevo miembro. ¿Pero eso es bastante para la complacencia? ¿Es ahora la membresía de Albania la vara con la que medir el éxito de la Alianza? Máxime con el lío que hay montado sobre el papel de las tropas aliadas en Kosovo, donde han pasado de instituir una obligada convivencia entre serbios y albano-kosovares a ser fuerzas que están allí para garantizar la independencia unilateral de Kosovo.

Lo que en verdad necesita la OTAN es afrontar de cara sus problemas internos, que pasan por una relativa dejadez de los americanos y una evidente impotencia militar de los europeos. Fuerza y debilidad producen dos visiones muy distintas de entender el mundo. Si no se acercan posturas entre los grandes, la OTAN se convertirá en una alianza de pigmeos. Con o sin Bucarest y las cumbres que vengan.