La ideología del sexo

junio 15, 2009

El triunfo de Berlusconi tras lo de la menor y el harén de Villa Certosa demuestra, una vez más, que es falso ese viejo cliché de que los votantes de derechas son mucho más duros con los escándalos sexuales que los de izquierdas.
Como subraya Edurne Uriarte en ABC, los juicios políticos de estos escándalos dependen del momento, de las circunstancias, de los personajes, de la cultura de un país, de vaya usted a saber qué.
Pero no de la ideología, ni siquiera de la religión, como tanto se empeña en repetir la izquierda en su deseo de imaginarse sexual y moralmente tolerante frente a una derecha rígida y punitiva.
En un país igualmente católico como el nuestro, ni Zapatero en la izquierda ni Rajoy en la derecha habrían resistido electoralmente una décima parte de lo de Villa Certosa.
En la también católica Francia, la «poligamia» de François Mitterrand no le impidió lograr el amplio apoyo de la izquierda durante catorce años como tampoco a Sarkozy sus tres matrimonios y sus aventuras (según Cécilia) le han restado los apoyos de la derecha.
Y es semejante el escaso peso de la ideología entre anglosajones y protestantes. La última dimisión sonada en EE.UU. fue la del demócrata gobernador de Nueva York, Elliot Spitzer, porque sus votantes no fueron lo suficientemente tolerantes como para perdonarle su afición a las prostitutas.
Y el ex candidato demócrata John Edwards ha destrozado su carrera política por una infidelidad, y no con una prostituta. Y es que no hay forma de ponerle ideología al sexo. Ni para lo malo ni para lo bueno.